Aprende a conocer tu cerebro

En repetidas ocasiones nos hemos encontrado, a nosotros mismos, reaccionando ante determinadas situaciones de forma repetitiva, llevados por las preocupaciones y viviendo sin realmente darnos cuenta de cómo lo estamos haciendo y cada vez que leemos o escuchamos hablar acerca de “la conciencia” o de vivir en “piloto automático” y estas cosas de las que hoy se habla mucho, nuestra pregunta es: ¿cómo podemos entender eso y para qué nos puede servir realmente?

Lo cierto es que la neurociencia, que es la disciplina que estudia el funcionamiento cerebral en relación con la conducta humana, nos ha dado información muy importante de cómo funciona nuestro cerebro. Ha demostrado que hay estructuras muy antiguas que hemos heredado a través de la evolución, como el llamado cerebro réptil, que es nada más y nada menos, que el responsable de la gran mayoría de conductas y comportamientos que manejamos en el día a día. Cabe resaltar que no es la única estructura ya que somos muy complejos (en todos los sentidos), pero hoy vamos a centrarnos en entender nuestro “cocodrilo interno”.

El cerebro réptil: la mente subconsciente.

¿Cómo podíamos imaginar que poseemos un cerebro réptil y que éste además fuera tan poderoso y que acumulara la gran mayoría de la información que aprendemos día a día? Pues así es y en realidad, aquí es donde podemos entender por qué vivir en conciencia plena se hace tan importante.

Imaginemos que una persona, llamada Juan, hoy tiene una relación de pareja que es conflictiva y no lo hace feliz ya que discute con frecuencia y por lo general no terminan bien las cosas. Cuando Juan trata de entender lo que ocurre allí, por lo general culpa a su pareja, porque no ha comprendido que la responsabilidad es suya, ya que la pareja que él ha elegido para su vida cumple con los patrones o “creencias” que él aprendió desde su infancia; seguramente vio o vivió en un entorno de conflicto, en el cual, pudo ver por años pelear a sus padres y él sin darse cuenta aprendió que eso era el “amor” y hoy en su vida adulta así lo vive.

Hemos aprendido durante los primeros años de vida la gran mayoría de conductas que hoy expresamos y no somos conscientes de ello, ya que las hemos guardado (sin darnos cuenta) en un lugar silencioso llamado mente subconsciente, que es el mismo cerebro réptil, que acumula, aprende y repite comportamientos que salen como si fueran un reflejo.

Así funciona este cerebro y así de peligroso resulta ser no darnos cuenta de lo que hay allí guardado, ya que, de la calidad de las experiencias pasadas (sobre todo de la de nuestros primeros años), depende el éxito o el fracaso de cada uno de nosotros.

¡Buenas noticias!

La buena noticia es que hay formas de poder controlar esa mente subconsciente, el cocodrilo que vive dentro de nosotros. Pero tenemos el control cuando nos damos cuenta de la forma cómo actuamos, de nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, e incluso de nuestro propio cuerpo, que por lo general pasa desapercibido por nuestras vidas. En última esto se trata de poner atención, mucha atención en lo que pasa dentro de nuestra cabeza, que además es una máquina hecha para crear pensamientos de forma permanente. El riesgo o la oportunidad, es que esos pensamientos pueden ser nuestra condena o nuestra salvación.

Personalmente, he venido trabajando desde hace varios años en el despertar de mi propia conciencia, para entender cómo funciona y cuál es la mejor forma de lograr entrenar mi cerebro para mantenerme en el aquí y no enterrada en aprendizajes del pasado. Busqué formas, leí, investigué y me encontré con una maravillosa experiencia llamada Mindfulness.

Para quiénes no han escuchado hablar de esto, el Mindfulness significa atención plena, conciencia plena y es una técnica que nace pensada en la reducción del estrés y el dolor crónico a nivel físico, desarrollada por el doctor Jon Kabat – Zinn. La evidencia científica de experiencias realizadas en el MIT (traducido de sus siglas en inglés: Instituto Tecnológico de Massachusetts), muestran la efectividad de esta práctica.
La técnica termina siendo una forma de entrenamiento mental que permite a las personas vivir en el momento presente y recodarles vivir en él, desactivando poco a poco el “pensamiento automático o piloto automático” a través de ejercicios de respiración consciente, de atención corporal y de aplicación de principios claves de vida.

Puedo decir que la práctica de esta experiencia, me ha llevado a mantener una relación distinta con mi entorno, a entender que vivir el presente y disfrutar de él es la mejor forma de controlar los pensamientos y lograr los objetivos.

En la esfera profesional, ha resultado muy útil para el manejo de cuadros depresivos, ansiedad y estrés, pero ha sido muy interesante poder trabajar Mindfulness con empresas, con enfoque hacia la atención, la concentración y el logro de objetivos, principalmente en aquellas organizaciones en las que piensan en que las personas (y su bienestar) son la clave para lograr mejores resultados.

Poco a poco iremos ampliando este mundo de posibilidades que se abre cuando aprendemos a vivir en el presente, viviendo de los aprendizajes del hoy y siendo conscientes que la vida se construye solamente en el aquí y en ahora.

El cocodrilo, ahí sigue, el no desaparece, hace parte de nosotros, simplemente podemos aprender a convivir con él, a controlarlo, pero sobre todo, a no dejar que domine nuestra conductas.

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